El sistema monetario basado en el eurodólar es una compleja red de interconexiones financieras que opera a través de la creación autoreferencial de dinero crédito. Es la piedra angular de todo el sistema monetario global. La generación de dólares offshore se lleva a cabo mediante préstamos en dólares estadounidenses realizados fuera del país. Sin embargo, la mayoría de los bancos que participan en el eurodólar enfrentan dificultades para obtener financiamiento directo en una divisa extranjera como el dólar. Por ello, recurren a formas sintéticas de financiamiento.
En este escenario entran en juego los swaps de divisas cruzadas, una herramienta vital desde la crisis subprime de 2008, que ha dado lugar a regulaciones más rigurosas, como las establecidas por Basilea III, y la adopción de un sistema respaldado por garantías, particularmente los bonos del Tesoro de Estados Unidos.
Un swap de divisas para financiamiento en dólares en el eurodólar implica tomar deuda en la moneda local, cambiarla a dólares al tipo de cambio actual, y luego revertir este proceso mediante un contrato a futuro de divisas para volver a la moneda local. Este mecanismo extrabursátil (OTC) ha generado preocupación por el volumen de deuda oculta en derivados de divisas, lo que llevó al Banco de Pagos Internacionales (BPI) a emitir una nota al respecto, como se puede ver en este enlace: https://www.bis.org/press/p221205_es.htm.
Este tipo de financiamiento sintético resulta considerablemente más costoso que obtener financiamiento directo a través de repos, la venta de papel comercial y certificados de depósito a fondos de mercado monetario. Otra opción es solicitar financiamiento mediante depósitos extraterritoriales en bancos estadounidenses, aunque esta práctica ha disminuido significativamente desde 2008, pasando del 18% al 7%.
Como he venido mencionando, el dólar depende en gran medida de la generación de préstamos en dólares realizados fuera de los Estados Unidos y del estado de financiación de dichos préstamos. Sin embargo, desde la crisis de 2008 y la transición hacia un mercado más regulado con un énfasis en las garantías, junto con restricciones que limitan la capacidad de balance de los bancos y corredores afiliados, las oportunidades de obtener financiamiento directo se han reducido considerablemente, dejando solo a unos pocos bancos offshore como beneficiarios.
Esta situación se ve aún más complicada por las condiciones más estrictas de financiamiento, exacerbadas por el aumento de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal. Como resultado, la obtención de financiamiento directo en dólares se ha vuelto más compleja, lo que ha ejercido presión sobre el dólar, que desde 2008 ha experimentado un cambio de tendencia de bajista a alcista.
En este escenario, a los bancos offshore les queda como única opción la financiación sintética a través de swaps de divisas cruzadas en el mercado del eurodólar. Esto cobra especial relevancia, ya que el yen japonés se utiliza como una moneda de financiación más económica para realizar este tipo de intercambios y obtener dólares. Esto es especialmente evidente en las transacciones entre bancos japoneses y chinos, dado que Japón provee financiamiento en dólares a China.
El constante movimiento sincronizado entre el par USDJPY y el USDCNH en los últimos años no es una coincidencia, sino el reflejo de las numerosas relaciones transfronterizas entre Japón y China. Sin embargo, más allá de ser simplemente un mecanismo de financiación, los swaps de divisas también actúan como una suerte de seguro y protección contra posibles desequilibrios monetarios entre las divisas locales y el dólar.
El no cubrir adecuadamente los préstamos denominados en dólares cuando este se fortalece puede generar una brecha en los préstamos sindicados offshore, lo que podría llevar a la liquidación de posiciones debido a llamadas de margen. En otras palabras, se necesitaría liquidar activos líquidos o proporcionar más garantías para evitar el incumplimiento de los préstamos. Este tipo de financiamiento y cobertura con swaps de divisas en el mercado eurodólar, que suelen tener una duración promedio de tres meses, resulta costoso. Además, a medida que aumenta la demanda de swaps de divisas, los costos aumentan aún más, con intereses adicionales sobre la tasa base SOFR.
Este escenario plantea un desafío significativo, ya que el SOFR se basa en una variedad de tasas de repo respaldadas por diferentes tipos de garantías. Cualquier distorsión en el mercado de bonos del Tesoro de Estados Unidos podría llevar a un aumento inesperado en el SOFR y, por ende, en los costos adicionales de los swaps de divisas, lo que podría desencadenar problemas en los préstamos offshore. No es casualidad que cada trimestre, especialmente en marzo y septiembre, los problemas de liquidez se agudicen, reflejándose primero en el mercado eurodólar.
A medida que aumenta la cobertura con swaps de divisas, la paridad de interés cubierto también aumenta, desviándose a favor del dólar y generando mayor volatilidad en el yen, que es conocido como una divisa de financiación barata en el eurodólar. Este "carry trade" es esencial, ya que cualquier endurecimiento significativo de la política monetaria por parte del Banco de Japón para contener la depreciación del yen podría provocar una ruptura en este sistema, generando un shock monetario que elevaría la volatilidad y pondría en peligro la calidad de las garantías, lo que a su vez podría desencadenar un shock deflacionario monetario en el sistema.
Por lo tanto, el par USDJPY, debido a su naturaleza de financiación barata, es uno de los pares de divisas más utilizados junto con el EURUSD y GBPUSD. Los bancos europeos y del Reino Unido, con su estatus privilegiado dentro de la red offshore del eurodólar, tienen acceso a financiamiento de emergencia directamente con la Reserva Federal a través de swaps de liquidez. Esto nos permite entender que cuando vemos una depreciación volátil del yen frente al dólar, es probable que las coberturas con swaps de divisas se estén volviendo más costosas, lo que aumenta la necesidad de dólares para cubrir el riesgo cambiario, todo dentro del sistema basado en garantías establecido en 2008.
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