Los buenos datos de la economía y la resistencia de la inflación a bajar podría hacer que los Bancos Centrales decidieran iniciar una nueva subida de tipos. En el mejor de los casos, parece claro que los tipos seguirán estando altos.
Hace unas semanas el rendimiento del Bono americano a 10 años tocó el 5%. De hecho en esos niveles se mantiene sin llegar a caer desde hace bastantes días. El gasto propuesto por Joe Biden para las guerras de Ucrania e Israel, que asciende a 74.000 millones de dólares, es una de las razones por las que los bonos estadounidenses están subiendo. El gasto adicional para ayuda humanitaria, seguridad fronteriza y la región Indo-Pacífica también contribuye a la fiebre alcista. Aunque la cifra es alucinante, se suma a una deuda ya colosal de casi 33.629 billones de dólares que hay que refinanciar mediante la venta de bonos del Tesoro.
Ni que decir tiene que, en este contexto, los factores estructurales no favorecen una calma en los rendimientos. Sin embargo, intentaremos tranquilizarnos diciendo que el Bono a 10 años está cerca de la resistencia horizontal de 2006-2007 en torno al 5,30%, lo que lógicamente debería provocar algunas tomas de beneficios.
La renta variable lo agradecerá. La fortaleza de la renta fija y del dólar y, entre otras cosas, el endurecimiento de las condiciones financieras hacen que la renta variable esté sufriendo. Una perdida del 4,40% en la rentabilidad del bono a 10 años podría aliviar, al menos temporalmente, la sangría de los mercados de renta variable.
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